No importa de donde vengas ni a donde vayas, no hay motivos ni razones, no importa siquiera los porqué, lo importante es dejarte llevar por esas corrientes simuladas de gentío que recorren las calles en un deambular imparable, idas y venidas a alguna parte por esa calle Ancha que te lleva a la plaza del Cabildo con una extraña sensación de ir bajo palio, como Franco al inaugurar el seminario de Pilas, procedente o no, y subir por esa cuesta que se hace muy empinada para ciertas edades, desde donde poder ver a un sol que calienta el aroma de las manzanillas, que se esconde detrás de la torre señalando en donde está el auditorio Manolo Sanlúcar.
Palacio hoy municipal que muestra su encanto y su grandeza, hermosos jardines, y un entorno bodeguero muy especial para cogerte una linda Guita o echarte entre pecho y espalda unas cuantas Cigarrera de esas que te hacen adormecer con una enorme sensación de bienestar.
Por eso digo que no importa de donde vengas ni a donde vayas, solo queda disfrutar el tiempo de la estancia saboreando de los momentos que te queden.
Si encima te encuentras que a donde vas hay una “Puerta al cielo” porque conecta con la casa de Dios, que más da, al menos quedas enfiláo por si San Pedro no te da con las puertas en tus narices.
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