El patio de la rectoría, el rincón del silencio, en el que desde una ventana se oía un ¡ chisssss !.

Era D. Antonio Ríos, el cura intelectual, "el chino" para los amigos, serio y distante que se hacía querer. Ese era el patio en el que uno era más comedido, porque desde cualquier sitio "te enguildaban".

Oir caer el agua era una delicia, si no fuera por las avispas que por allí "planeaban", y si no que se lo digan a mi amigo el jerezano, José Mª Gutiérrez, que sin saber porqué le cayó un nido de las susodichas avispas en el cuello de la camisa, y ellas como no sabían que era alergico lo pusieron como un cromo,.......a mí que me pregunten, nunca supe como le cayó encima......

El patio de la rectoría era un sitio estratégico para coger un buen sitio para ver la película, la que se repetía cada equis tiempo, por dónde se accedeía rápido al comedor, y por dónde paseaba el Cardenal Bueno Monreal, y sus ojeras, cuando llegaba en aquél mercedes matricula de portugal y del que me dijo D. Juan Manuel en una clase de religión, ante mi crítica, .... yo era un niño muy "despierto", que un mercedes equivalía al burro de entonces cuando Jesús entró en Jerusalén, la clase rompió en una gran carcajada, creo que a partir de aquí empecé a ser un referente y a llevar encima un par de equis.

Por cierto aquél día intenté darle el esquinazo a Monseñor, no me gustaba tener que darle un beso a quél pedrusco encima de un guante púrpura, así es que me llamaron catorce a la,vez y no tuve más remedio que acercarme. Alguien le preguntó a MOnseñor, que qué edad creía que tenía, la verdad es que yo era un enclenque y podía pasar por un niño de primera comunión, pero Monseñor, que sabía más que briján, por eso era Monseño, se dejó caer con un: .....por la cara de malicia tiene dieciseis años. Me puso dos años más y creo que eso nunca se lo perdoné, así es que no le besé el anillo, le puse la nariz encima mientras pensaba la de cosas que se podría hacer con aquello...