Es es el carnet de indentidad para ir al médico en la calle Menéndez Pelayo, 33. Como podéis ver fue emitido el 1 de Octubre de 1965, recien pisado el seminario. Estábamos cubierto en nuestra salud con la póliza nº 64732/27 colectivas de los seminaros diocesanos. Yo la tuve que utilizar dos veces, una cuando me operaron de amígdalas, que tras la operación me fuí andando con la mano en la boca para que no entraran moscas hasta el seminario mayor, en dónde pernocté y me trajo D. Juan Manuel helado que era bueno para cicatrizar y la segunda vez cuando jugando de portero clavé el dedo anular de la mano derecha en el césped del patio principal, y me salío hacia la derecha por debajo de dedo meñique. Recuerdo que ni me enteré, sacudí la mano un par de veces sin mirarla pensando que era hierba entrelazada, cuando me miré y ví que era el dedo,  me desmayé..

Foto con el "sarampión" de la antiguedad. No recuerdo si llevaba una camisa de rayas, por tanto, moderna en aquella época nuestra, ó que llevaba el pijama puesto.

Esta copia pertenece a la hoja de la ficha física del libro de calificación escolar que nos dieron en el instituto nacional de enseñanza media Martínez Montañés. Como véis yo no llegué a poner la foto  correspondiente al inicio del quinto curso. 

Tanto es así en cuarto me "catearon" dos grupos, N.A. y N.A.  siendo la calificación definitiva NO APTO.

Y cuento esto porque desde que salí del seminario y me puse a trabajar en una empresa de confección de Barcelona ( ¡ qué choques emocionales tan violentos con la vida del seminario !)  nunca cogí un libro, y cuando me propuse conseguir el título de bachiller, recuedo que se me metió en la cabeza  y me inscribí en el instituto de enseñanza libre  Jaime Balmes un 5 de diciembre del 71,  y el 15 de Enero del 72, casi tres años después sin coger un libro obtuve las calificaciones de 6,9 y 6,6, llevándome el título debajo del brazo.

Llegué a la conclusión que debía de tener una buena base, y que los N.A. debían de estar supeditado a otros menesteres, a mí me dijeron que lideraba sin querer un gupo de seguidores incondicionales y que en mi recorrido por el seminario se iban anexando algunos más. Como contaba Siles, yo jugué al tenis aquella tarde con uno de los laterales del cajón, y pagué por otros que se escaquearon a tiempo. Yo dejé de ir a misa por la tardes porque requería "estudiar" más, a los pocos días el estudio presentaba un ambientazo, solución, todos a misa.  .

En Tercero fue dónde conseguí el único 10 de mi vida, la gimnasia deportiva y atlética era mi medicina, las paralelas, el potro, el plintón, como no, los hierros del tejado de uralita de los vestuarios, en los que nos balanceábamos como monos y nos tirábamos de cabeza sobre las colchonetas, era nuestro aliciente en aquella edad en la que se necesitaba tanta actividad. Sin embargo nunca logré hacer como Manfredi el salto de espaldas o el puente. Don Luis y D. Salvador Petit me traían por calle de la amargura, un cinquito pelado.

Tampoco me iba bien aquello de tirar pesas o el disco, era tan "menúo" que me iba detrás de ellos, lo mío era correr, sobre todo con el viento a favor, cantando aquello de mi jaca corta el viento cuando pasa por el Puerto caminito de Jeré...

He encontrado el libro de oraciones de la mañana, lo he ojeado y lo primero que me encuentro es "Dónde dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos".) y luego como en clave ( Mt 18,20), si no tuviera uno metido en vena lo de los salmos y todo eso diría que se está refiriendo por la tarde a la hora de la merienda. Y luego de lunes a sábado un salmo distinto.

En el dorso del libro me he encontrado éste dibujo. Un dibujo que me ha hecho pensar, no se si entre nosotros habrá un psicólogo, pero me vienen cosas a la cabeza al ver una jaula abierta y un pájaro que en vez de plumas parece que lleva puesto un frac, y que se dirije a ella en vez de volver atrás y volar.

Parece como si el pájaro tuviera la capacidad de elegir y de poder entrar en dónde presumiblemente no hay libertad, tal vez el pájaro era más libre dentro que fuera, y era dentro en dónde se encontraba feliz, sin el sentimiento de esclavitud, encarcelamiento o restricción de libertad.

Tal vez yo tuviera dentro cosas que no encontraba fuera, tal vez por eso feliz.

Entre los papeles resumenes de zoología, me he encontrado esta chuleta que pongo de recordatoria, en otro resúmen leo desde los infusorios con sus pestañas vibrátiles hasta las lombrices blancas, esas que viven en grandes cantidades  en el intestino grueso, preferente en los niños, y que las hijas de su madre descienden hasta el recto para poner los huevecillos produciendo ese comezón en el ano...........lo que vulgarmente se llama un picor en el "sentío".......la de cosas que aprendíamos   .