Palabras son de San Daniel Comboni. Sacerdote italiano que pudo realizar su sueño de marchar a
África. Después de 115 días de viaje a lo largo del Nilo y a lomo de camello, llegó al corazón de África, donde fundó, junto con sus compañeros de viaje, la misión
de «Santa Cruz», en Sudán. Pero, desafortunadamente, sus compañeros murieron al poco tiempo a causa de las enfermedades tropicales. Daniel Comboni se quedó solo, y
fue precisamente entonces cuando se consagró para siempre a la misión africana con estas palabras: «África o muerte».
En 1864 intuyó y redactó su Plan para la regeneración de África, que se puede resumir en estas
palabras: «Salvar África por medio de África». «Preparemos sacerdotes y personal africano —escribe Comboni— para que ellos mismos evangelicen a los africanos».
Fundó el «Instituto Misionero para el África Negra» (Misioneros Combonianos). El mismo año salió de
nuevo para África con un primer grupo de voluntarios y fundó en El Cairo, Egipto, dos instituciones para preparar personal africano. Daniel Comboni fue un misionero
incansable; su vida transcurrió a través de los senderos de África y de Europa. Ni las distancias ni la diferencia de clima ni las contrariedades le impidieron llevar
adelante, desde Moscú a Madrid, un verdadero y audaz trabajo de animación misionera: buscó vocaciones, ayudas económicas y oraciones para la regeneración de los
africanos; asimismo, luchó contra la esclavitud. En 1870 presentó al Concilio Vaticano I su petición oficial de evangelizar África.
En 1877 lo nombró obispo y primer vicario apostólico de África Central.
En noviembre de 1880 salió para África por octava y última vez. Agotado por el trabajo, las dificultades y la enfermedad, murió en Jartum el 10 de octubre de 1881, a
la edad de 50 años.
Antes de morir, hizo prometer a sus misioneros presentes alrededor de su lecho que serían fieles a la vocación misionera en favor de los más pobres y abandonados del
mundo. Fue canonizado por el papa Juan Pablo II el 5 de octubre del 2003 en la Basílica de San Pedro, en Roma, lugar donde concibió su Plan para la regeneración de
África.
En la actualidad, los misioneros combonianos están presentes en 35 países de África, América, Asia y Europa.
Pero si traigo todo esto aquí es precisamente porque Perico, una voz de esas que claman en el
desierto, me recordó de
la visita de los misioneros combonianos al seminario de Pilas. Aquellos misioneros nos contaron sus historias con los negritos de africa,
sus necesidades, sus carencias, sus enfermedades, la labor cristina que ejercician.
Buscaban reclutas para ese batallón humanitario, venían a sensibilizarnos y a ofrecernos anunciar a
Jesucristo por el mundo en general y por Africa en particular. Era una misión sin fronteras.
Me viene a la cabeza que quería asimilar todo aquello, contrastaba la labor de los misioneros con la
que yo pretendía realizar, tenia la sensación de que aquello era competencia, me crearon confusión, era como si quisieran sacarnos de allí para llevarnos a otros
"menesteres" contando con que teníamos base, que sería más fácil dado nuestro entusiasmo y nuestra fé.
Nunca supe si algún seminarista se fue con los misiones combonianos, pero por allí, por aquellas aulas
pasaba de manos en manos la revista "Aguiluchos" en la que se plasmaban experiencias, compromisos, logros y fotos de aquellos negritos sonrientes y felices cogidos
de los hábitos de sus "bienhechores".
No tengo ninguna de aquellas revistas, pero en recuerdo y en reconocimiento justo a la labor que siguen desarrollando
los misioneros combonianos, traigo a la palestra la portada de la revista 500.
Revista que actualmente se edita en México. A Aguiluchos le siguieron Al Límite...,
Tras sus huellas, La misión como experiencia espiritual, Fiel hasta la muerte, Caminar sin fronteras, A solas con Dios solo.....
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