D. Juan Luís Reina Alcántara
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D. Juan Luís Reina

LA ESCUELA DE PILAS:

Introducción:

Juan Rodríguez. Romero, conocido compositor, pianista y director, antiguo alumno del Seminario de Pilas, me dijo en cierta ocasión: “Juan, si en el Parlamento Andaluz se entonara el “Veni Creator Spiritus”, muchos parlamentarios se pondrían de pie. Es que pensarían que de nuevo se encuentran en el Seminario. Les sonaría bastante”.

Y no sólo en el Parlamento Andaluz, sino en todos los puestos influyentes y dirigentes de nuestra sociedad, se encuentran antiguos alumnos del Seminario. Los que fuimos profesores y formadores en aquellos años encontramos a nuestros alumnos donde quiera que vamos. En las Consejerías, en los Sindicatos, en los Hospitales, en los Bancos, en los Institutos y Colegios, hasta en la Policía Nacional y Municipal, etc.; allí se encuentran y no precisamente los últimos.

Como Muchos de ellos han sabido, con gran esfuerzo, acceder a los estudios universitarios: son médicos, abogados, profesores, etc. Muchos lucharon por la libertad durante el antiguo régimen, y sufrieron. Todos, con alguna excepción siempre explicable y plausible, conservan un estupendo recuerdo de aquellos años de sus vidas y una sincera amistad con los que entonces estuvimos al frente de su formación.

Varios de aquellos cursos se reúnen todos los años. Cada uno se lo ha planteado a su manera: unos prefieren la asistencia de sus mujeres y tienen como centro de la reunión la Misa y espués la mesa; a otros gusta estar solos y quieren que su reunión sea sólo de "amigos”; todos invitan siempre a los que tuvimos a suerte de ser sus formadores y les agrada nuestra presencia. Parece que no han pasado treinta años. Somos los mismos. Más de una vez hemos comentado con ellos y entre nosotros, los profesores y superiores de entonces, esta realidad: el Seminario fue una escuela de formación y preparación para enfrentarse a la vida con garantías de éxito. Por otra parte produjo una amistad y una comunión tan sinceras, que ni el tiempo ni los avatares de la vida han podido resquebrajar. A sacerdotes llegaron muy pocos, pero hombres trabajadores y eficaces y con un planteamiento serio ante la existencia, son todos.

¿Cómo se logró? Antonio Ríos de los Santos, inmejorable compañero de aquellos buenos tiempos, hoy Catedrático de Literatura en el Instituto de San Pablo de Sevilla, se atreve a comparar a nuestro Seminario de Pilas, pionero en la transformación de los Seminarios Menores de Andalucía y de España, con la Academia Particular de Letras Humanas de Sevilla, de finales del siglo XVIII, la de Blanco, Reinoso, Arjona, Mármol, Lista, etc. Su exhaustivo conocimiento de Félix José Reinoso avala su afirmación: al igual que se habla de la Escuela de Sevilla, se podría hablar de la Escuela de Pilas. De Antonio Ríos, pues, es el encabezamiento del artículo.

Si la Escuela de Sevilla fue una auténtica revolución, la Escuela de Pilas también supuso una revolución en los Seminarios Menores de Andalucía y de España.


1 PUNTO DE PARTIDA:

El Seminario Menor de Pilas se inaugura en el curso 60/61, aunque durante el año anterior había funcionado interinamente antes de la terminación de las obras. No pudo darse una solemnidad mayor: vino el Jefe de Estado, Generalísimo Franco, quien dirigió una emotiva plática a los alumnos. Era el mes de mayo. Como ejemplo y como método de formación no se conocían otros que los que se habían practicado en todos los Seminarios, desde que éstos fueron fundados por el Concilio de Trento e introducidos despaciosamente en toda la Iglesia.

Estos eran los pilares de la formación:

- La religiosidad. Se lograba mediante las Prácticas de Piedad: Meditación y Misa diaria, Examen de Conciencia, Santo Rosario, Ejercicios Espirituales, Retiros, Novenas, etc. Se trataba de una religiosidad más superficial que sincera. El Dios presentado era un Dios que castigaba, de aquí el miedo. La dimensión horizontal de lo religioso y los valores humanos eran algo secundario.

- La disciplina. Era necesaria para la forja de una personalidad seria. Era dura, muy dura. Tenía el valor en sí misma. El silencio era sagrado. Las faltas de disciplina se castigaban, y todos los meses se daban unas NOTAS en las que se reflejaba el espíritu disciplinado o indisciplinado del alumno. La comunicación de las Notas era terrorífica.

- El trato personal formativo. En el Seminario tradicional había un hombre bueno: el Padre Espiritual. Era el confidente. Los demás encargados de la formación se imponían por terror. No es de extrañar que una sola persona, que además impartía clases, se bastara para gobernar un colectivo de doscientos cincuenta jóvenes. Nunca se llegaba a una conversación sincera.

- La práctica de algún deporte y los paseos de jueves y domingos por la tarde completaban las bases de formación.

Estos eran los pilares de la formación: Todo cuanto decimos tenía un claro objetivo: que el niño que entraba en el Seminario a los doce años, a los veinticuatro saliera como sacerdote. Para ello desde el primer momento vestía con sotana, era un sacerdote en miniatura, tenía que dejar la amistad y el trato con personas que no pertenecieran al entorno eclesiástico. Ya era parte del clero.


2 FACTORES HUMANOS DEL CAMBIO:

El embrión del equipo formador del Seminario Menor de Pilas se forja en las viejas instalaciones de Sanlúcar de Barrameda. De aquí pasaría a Pilas y se completaría. Sinceramente creo que no es necesario nombrar a las personas. Se trataba de un equipo joven, inquieto, dinámico. Había un deseo común y compartido: se hacía necesario acomodar el Seminario Menor a “los signos de los tiempos”. No se regateaban esfuerzos para ello. Era necesario el "aggiornamento". Los días de la semana resultaban escasos. Sólo había una cosa segura: los caminos anteriores no servían; era necesario encontrar derroteros nuevos. Sí es justo que se mencione a quien fue mecenas, mentor y padre de todo: el Cardenal Bueno y Monreal, a quien tanto quisimos y apreciamos. El Señor Cardenal era un hombre magnánimo y libre. Tenía predisposición a no poner dificultades. Era proclive a comprender las buenas intenciones de todos. Su trayectoria personal (aún joven, había llegado a lo más alto de la carrera eclesiástica) le hizo lo "más parecido al hombre libre", tal como publicaba en el Correo de Andalucía Juan M. Leiva, querido compañero "temporum illorum".

Su cariño por Pilas era inmenso. Rara era la semana que no nos visitaba. Era su obra. Le agradaba hablar uno a uno con todos los alumnos. No se cansaba. Las reuniones con los formadores se sabía cuándo comenzaban. No le frenaban las críticas que recibía de obispos y sacerdotes, aunque le produjeran disgustos. Cuando nos reunimos profesores y alumnos de entonces, el Señor Cardenal siempre está entre nosotros en agradable recuerdo.


3 NUEVOS MÉTODOS DE FORMACIÓN:

Poco a poco se fueron sentando dos principios fundamentales:

- El niño que entraba en el Seminario no era un sacer-dote en miniatura. A los doce años la inclinación o vocación es algo muy cuestionable.

- Era necesario buscar la formación integral de la persona, a sabiendas de que una personalidad humana rica y vigorosa era el mejor pedestal para cualquier cometido en el futuro.

A tenor de estos principios fueron introduciéndose los cambios:

- Se pretende y se consigue lentamente que las prácticas de piedad sean voluntarias. El Señor Cardenal, hombre piadoso y cumplidor, cuando le hablamos de esto por primera vez dijo: “yo no lo entiendo, pero me fío de vosotros. Adelante". Ejemplo para todos. No se nos olvida nunca. Supuesta la voluntariedad, se requería un esfuerzo grande para hacer atrayentes las prácticas religiosas: preparación, ensayos, cánticos, etc. Se consiguió mucho. La religiosidad ganaba en sinceridad. Se crea un clima de confianza que sustituya al miedo. Se hace hincapié en la amistad, en la ayuda mutua, en la solidaridad, en la vida de grupo. El movimiento Scout nos pareció adecuado para este objetivo y se adoptó con métodos formativos. Las cabañas, los equipos, los campamentos de verano, los fuegos de campamento... ¡Cuánto trabajo y preocupación! No se dormía. Éramos más jóvenes.

- La vida en el Seminario se hizo más amable sólo al considerar que la disciplina y el silencio no tenían por qué ser un valor en sí mismos, sino en tanto en cuanto eran necesarios para una vida de trabajo y esfuerzos. Las terribles NOTAS desaparecen. Los naturales desvíos se arreglan en conversación con el formador.

- En la formación académica se produjo un cambio fundamental. Si debíamos formar al hombre del mañana, no podíamos encuadrar a todos en el Bachillerato de Letras. Pero el Bachillerato de Ciencias no parecía un camino óptimo para la teología. La discusión fue larga y prolija. Se trataba de un Seminario. No cumpliría su finalidad. Pero se insistía en la formación integral. Se impuso el doble Bachillerato. Nace el Colegio-Seminario Menor de Pilas. Colegio libre-adoptado. El primero entre los Seminarios de España. El estudio (cuatro horas y media diarias) y las clases son fundamentales. Su importancia se potencia, no se discute. El jueves por la tarde y el domingo se suprimen las clases; el estudio sólo en ocasiones muy señaladas. El nivel exigencia es muy alto. Hoy nuestros alumnos lo agradecen.

- Pero el cambio más significativo del Seminario de Pilas se da, no cabe duda, en las relaciones superioresalumnos. Digo superiores, porque éste era el nombre que se daba a los formadores, nombre que procede del antiguo Seminario. Pero ahora el Superior es un Formador y el capítulo más importante de la formación se confía al trato personal. Para ello se procura que cada Formador tenga un número de alumnos que no exceda la posibilidad mantener entrevistas periódicas con cada uno. La materia de estas conversaciones era sugerida por el alumno. Éste trato, que continuaba en las clases y en los deportes, daba origen a un verdadero cariño ya una auténtica amistad. El cariño y la amistad se convierten en el fundamento de toda la labor formadora. Otros conceptos antiguos desaparecen por completo.Esta amistad no termina en la persona del alumno, se extiende a su familia. El conocimiento del medio es necesario para la recta orientación. Importancia extraordinaria se concedía al "DÍA DE WS PADRES". Todos venían ese día al Seminario. Muchos domingos también lo hacían. No faltaban las visitas a las casas de los alumnos durante el verano. El Seminario debía ser una prolongación de la familia y esta del Seminario. Lo conseguido fue magnífico.

- La formación del alumno tenía que ser integral, total. Se crea un Departamento de Educación Física, cuyo jefe fue don Francisco Ruiz Soler, conocido campeón de Andalucía de los años cuarenta. Se celebraron en Pilas de competiciones regionales de pedestrismo, lanzamiento de jabalina, anillas y otras disciplinas olímpicas. Ello resultaba raro y extraño a otros Colegios e Institutos. Como deporte cobró gran auge el ciclismo. Se logró que cada alumno tuviera su bicicleta y los paseos de jueves y domingo se hacían en "bici" a los pueblos cercanos. Se desarrolló el baloncesto, el balonmano y la natación. El fútbol crecía por sí solo. Todas las tardes había un tiempo, para los deportes. Su práctica se consideraba útil y nece- saria. La formación artística corría a cargo de buenos conocedores y amantes de la materia. Aún se recuerdan las exposiciones organizadas que entusiasmaban a los padres y a todos. La formación musical se lograba mediante las clases de música y la pertenencia a la Coral. Se consiguió que los alumnos se matricularan en el Conservatorio de Sevilla. Se examinaban por libre y aprobaban.


4 CONCLUSIÓN:

Ni que decir tiene que en este camino hubo tropiezos dificultades y equivocaciones, pero más vale fijarse en lo conseguido. Estábamos desbrozando y descubriendo un camino nuevo. No existía una experiencia precedente que nos sirviera de guía. Éramos los pioneros.

Pero como dice Alberto Lista, en carta a Reinoso,"eran ya unos tiempos felices en que nos incitábamos mutuamente a las dos únicas cosas que perfeccionan al hombre: la virtud y el saber". Mas la vida de la &cuela de Pilas fue efímera. Sólo duró quince años. Los signos de los tiempos luchaban contra ella. La crisis del Clero le atacó de lleno. La secularización de la sociedad también. Pero lo conseguido en Pilas queda como señuelo de lo que podemos lograr quienes aún seguimos dedicándonos, aunque terminando nuestro empeño, a la apasionante tarea de la educación de la juventud. Pueden aplicarse a esta &cuela de Pilas aquellas palabras de Lista sobre la Escuela de Sevilla, pronto también extinguida tras su apogeo: "Murió como cae la flor, dejando el fruto que sobrevive (...). El mismo espíritu que había animado a sus individuos (...) los siguió y acompañó a todas partes".


J. Luis Reina Alcántara.:
I.B. “Alixar”. Castilleja de la Cuesta