Actualidad - José Campanario - "Spanair - Alas cortadas"






A pesar del esfuerzo para no escribir nada sobre el tema, son ya varios días reprimiendo las ganas. Al final no es posible, por ello, ahí va un breve comentario sobre el cierre de Spanair.

Vaya por delante que Spanair es una empresa privada, y como casi todo lo privado, goza actualmente en nuestro país de impunidad constitucional, social, judicial y política. ¡Como si el dinero con el que se montan las empresas fuera acuñado por los propietarios!. Y es que se nos olvida que nuestra Constitución establece una función social al dinero.

Conviene recordar brevemente la huelga de controladores aéreos. Serán muchos los que digan que eran trabajadores privilegiados. Efectivamente, eran y son trabajadores privilegiados, no los únicos trabajadores privilegiados del sistema aunque sus condiciones laborales no son las de un minero, por poner un ejemplo. Lo que pasa es que no queremos enterarnos que otros que ganan casi lo mismo, que ganaban los controladores aéreos, sin haber hecho mérito alguno para ello, no dan un palo al agua. Ejemplos: Ministros varios, diputados y senadores casi al 100%, miembros de consejos de administración … y cortaremos aquí aunque la lista podría alargarse varias líneas.

Pero volvamos al tema de la huelga de controladores aéreos para compararla con el cierre patronal de Spanair. La huelga es una medida legal, respetando las condiciones impuestas, contemplada en nuestra constitución; al igual que el cierre patronal es otra medida constitucional de presión de los empresarios, también regulada legalmente. Lo que ocurre es que, como en este caso, la empresa cierra y punto. Las indemnizaciones las pagará, como siempre, papá estado, que para eso estamos en un estado de derecho, sobre todo cuando interesa a los patronos.

En la Huelga de los controladores aéreos, los ciudadanos afectados se calcularon en 600.000. El cierre de Spanair tan “sólo” afecta a 500.000, además de los 4.000 trabajadores que quedan en la calle, una anécdota para el sistema, total 4.000 parados más o menos, según cifras aparecidas en la prensa haciéndose eco de datos oficiales.

Cuando los controladores hicieron la huelga “salvaje” hubo informativos que duraron horas para tratar a fondo el problema causado ya que, en expresión casi textual del entonces vicepresidente del Gobierno, “dejaron sin su derecho a viajar a miles de ciudadanos”. Estas miles de personas, en un porcentaje de casi el 80%, eran viajeros que iban de vacaciones, a las que por supuesto tenían derecho.

Recordar tan sólo que a los controladores aéreos se les aplicó una medida constitucional (estado de alarma) para casos excepcionales.

Algunos mal pensados hasta dijeron que los controladores picaron el anzuelo. Y lo decían basándose en la anulación del viaje del entonces Presidente de España a la Cumbre Iberoamericana, la primera vez que un Presidente del Gobierno no acudía, además de la publicación del famoso decreto un día antes de festivo y por la tarde (¿podríamos decir que con nocturnidad y alevosía?). A lo mejor es que había que encontrar algo para desviar la atención y ganar popularidad, al mas puro estilo amiricano cuando sus presidentes caen en prestigio público: montan una guerra y a subir en estimación ciudadana como la espuma.

Ahora Spanair deja tirados tan “sólo” a 500.000 personas, se queda con el dinero de los billetes y deja en la calle a 4.000 trabajadores. El tratamiento mediático no tiene comparación, las noticias ahora no duran más de 5 minutos en los informativos, y por supuesto no se militariza la empresa. Lo de la multa del Gobierno se quedará en agua de borrajas, y si nó, al tiempo.


Todavía están siendo juzgados controladores por su acción y ya han sido varios los despedidos. Los empresarios de Spanair, como ya sucedió con Viajes Marsans, se irán de rositas y con una indemnización con cifras de 8 dígitos. Y es que ante la ley todos somos iguales, pero menos. A ver si nos entendemos.

Ya va siendo hora de que paremos un poco, reflexionemos, y caigamos en la cuenta de las maniobras maquiavélicas. Ya estamos hartos de que sean siempre los trabajadores (aun cuando sean trabajadores de élite) los que paguen los platos rotos, en tanto que los verdaderos culpables de los desaguisados se van con las manos limpias y con indemnizaciones de cifras mareantes en la cuenta corriente.




© "Los niños de Juan Manuel" - Junio 2009"