TE RECORDARE SIEMPRE


Amanecer


La vida reducida a la mínima representación es como un día cualquiera. Un día que nace como el sol radiante saliendo por el horizonte, brillando con fuerza y prometiendo vida, un inicio con un recorrido de felicidad, de esperanza y alegrías, a veces de pequeños lamentos y tristezas, de dolor y de amargura por esas nubes y vientos que envidiosos de su brillo y su luz lo quieren apagar.

El día comienza, la vida empieza en su caminar, acontecimientos te acompañan de la mano en tu deambular por las callejuelas y plazas de cada uno de los rincones de tu pueblo como idas y venidas, como si fueran las experiencias que te enriqueceran, que irán unidas en cada paso que vas dando mientras dura la luz del sol de ese día, de ese día que representará todas la vivencias de una vida.

Una vida en la que te desarrollas como persona creciendo entre los tuyos, enriqueciéndote con unos y otros, tomando la vereda en la que tu decides dirigir tus pasos, aprendiendo de que sí y que cosas has de rechazar, y encontrarte en el camino a tu otro yo, a la mujer amada, y cogidos de la mano buscar ese camino ancho y llano que os llevará por siempre unidos, participando cada segundo, cada momento, cada decisión tomada.

El sol del día, momentos de la vida, os traen destellos de nuevas esperanzas con nuevas vidas que cuidáis y que os desvelan, que os inquietan y que a la vez os llenan de más esperanza y de más amor, manos entrelazadas que ensanchan el caminar, vidas que como propias tomaran algún día sus propias veredas. Y sigues tu vida cogido de la mano de tu otro yo.

Pero sin esperarlo las nubes y los vientos que envidian la luz del sol, la alegría de la felicidad, trae tormentas y ventoleras que transtornan el día, que amargan la vida y que te rompe el alma. Lágrimas de sufrimiento, corazón encogío de rabia e impotencia de ver y no poder hacer, de caricias y palabras de aliento, de mentiras piadosas, de abrazos y consuelos, de lloros sin lágrimas para que vea que no te derrumbas y que tienes esperanzas, que la quieres más que a tí mismo y que no perciba que sin ella tu no eres nada.

El sol se ha ido, la luz se ha apagado y tu aún estando rodeado de los tuyos te sientes en ese momento de la luz y las sombras, de la vida y la muerte, tremendamente solo, ido, peleando con la razón, balbuceando porqués porque no entiendes nada, porque aunque estés arropado con el cariño más grande del mundo te sientes perdido, sin saber de tu nuevo rumbo.

La noche sigue al día, el sol se va también por el horizonte, poco a poco su luz se apaga para dejar llegar la noche, la oscuridad y los miedos afloran, pero como el día, como la vida, el sol vuelve a salir radiante y acompañará tus sueños, tus pensamientos, tus recuerdos, esos que nunca olvidarás que compartieron momentos formando parte de tu vida, llenando ese hueco vacío, y desde el corazón saldrán gritos de hasta luego, de nos veremos mañana, de TE RECORDARE SIEMPRE,.....porque te quiero.

Atardecer
Foto de Simón Candón. Un atardecer en Valdelagrana.


Dedicado a mi amigo Juan Pedro

Volver atrás


© "Los niños de Juan Manuel" - Junio 2009"